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Web EL NOMBRE DE SU DOMINIO

Thursday, October 06, 2005

Fragmento de una Historia




Mientras en un movimiento mecánico y nervioso daba las ultimas bocanadas al cigarrillo que consumía con regular premura, la imagen de un tipo medio desgarbado apoyado contra lo que otrora fuese una tienda de abarrotes y que desde hacia ya años permanecía cerrada, como sin vida, como abandonada, relegada por el consumismo, el capitalismo representado en aquellas grandes firmas multinacionales que en desigual competencia habían barrido con los sueños de sino la mayoría casi el 90% de los denominados comerciantes minoristas del sector, en la espalda sus cenizas; Abelardo Sandoval, vista gacha ( entre el suelo y el nivel siguiente),cabello negro-cano , complexión delgada, rostro oscuro donde una profunda mirada vetada por unas ojeras prominentes y barba de poco mas de una semana daban paso a un rostro que remataba su figura sombría enfundado en un pantalón gris, camisa de un color azul destemplado la que caía por encima y una chaqueta negra arrugada dos tallas más grande quizá único vestigio de lo que habría sido una anterior y ya olvidada historia dentro de las sub historias de su vida.

Abelardo, esperaba ansioso mientras en un movimiento rápido daba un vistazo al reloj, "las 19: 28" se repetía para si mientras su ceño fruncido agregaba extrañeza en su expresión y es que Leonor debía ya haber pasado como era su costumbre, todos los días Leonor Vega, solía bajarse de la micro que la llevaba del trabajo a su casa a las 19:15, luego cruzaba la calle, para en un tranco apresurado pero normal caminar las dos cuadras que la distanciaban de su casa, a esa hora ya su esbelta esfinge debía haber doblado la esquina donde Abelardo solía esperarla camuflado entre el gris de su ser y la semi oscuridad del ocaso, con el propósito de mirarla y es que Abelardo solo vivía con ese fin desde aquel primer encuentro Leonor era mas que su único motivo, su obsesión quizás la única razón que lo impulsaba a salir de su polvoroso y solitario cuarto, al tiempo que se disponía a encender otro pitillo, los pasos de ella destacaban entre la multitud puesto que para Abelardo tenían hasta un cierto ritmo de waltz Straudiriano , entre el humo y la música que resonaba en sus oídos Abelardo cerraba los ojos y se transportaba al tiempo que su cara comenzaba a lucir un poco mas relajada y en ciertas ocasiones hasta luminosa, todo esto mientras los acordes subían de tono, entonces al mismo tiempo en que aquel son alcanzaba su clímax, allí ante el Leonor viraba camino a casa y pasaba rauda por su lado sin siquiera percatarse de su presencia.

El que cual camaleón parecía fundirse en la infraestructura de cemento, adoquines, fierro y asfalto del lugar que en un estado casi hipnótico seguía con su aguda mirada hasta el más ínfimo de los movimientos y contorneos de su musa, donde hasta el monótono taconeo de su andar evocaban en el cuándo no un sentimiento, el recuerdo en una memoria casi extinguida en alguno de los miles de pliegues de una existencia supeditada a una sucesión de hechos tan vanos como extremos; De pronto las luces de un vehículo en transito parecieron despabilarlo para ese entonces Leonor ya parada en la puerta de su casa enmarcada por una reja metálica de color blanco, hurgaba en su bolso desde donde sacaba un manojo de llaves del que extrayendo una entraba en la privacidad de su hogar que en contrasentido representaba el regreso a la oscuridad en que se sucedían los días para Abelardo. (la noche comenzaba...)
(Continuara...)
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